Me
acostumbré a caminar a tu lado entre el vaivén de las hojas secas,
Me
acostumbré a saborear en cada comida un beso de tu boca fresca,
Me
acostumbré a inhalar tu aliento mientras duermo en tus brazos envuelta.
Me
acostumbré a hablarnos de amor hundiéndonos en miradas inquietas,
Me acostumbré
a terminar las noches con el susurro de tus frases traviesas,
Me acostumbré
que a tu lado la vida se construye con detalles y no con falsas promesas.
Me
acostumbré a sentir tus tibios dedos resbalando entre mis piernas,
Me acostumbré
al perfume de tu sudor y el mío inundando nuestra pieza,
Me acostumbré
a la locura de amarte sin el paso del tiempo bajo la luz de las estrellas…